Pidió permiso y entró, le agarró las manos y sin soltárselas le dijo:
“Le contaré todo. Le pido por favor no se asuste ni me prejuzgue.
Me acosté tranquilo, había tenido un día normal ayer, nada extraño me había sucedido. Me dormí temprano para salir de mañana cuando despunta el Sol. Entonces empecé a soñar. Era de noche, llegaba a mi casa y prendía el televisor, hacía záping desde mi control remoto como por cuarenta canales o más, todos ellos de calidad digital. El televisor era enorme. Cuando de pronto me llaman por teléfono, al celular, el nuevo, el que saca fotos y reproduce mp3. Era del garaje, que no sé que había pasado con el auto. Salí apurado, no esperé el ascensor, bajé por las escaleras. Luego caminé los ciento cincuenta metros agitado, llegué a la puerta. Me esperaba el encargado. “¿Qué pasó?” pregunté nervioso. “Nada” me dijo, “no se preocupe, solo dejó las luces prendidas, no es urgente, pero…”. Me alivié, “No es la primera vez que me pasa” le dije, “Gracias”. Y desperté.
Me entiende, ¿qué significa este sueño?, ¿es algo malo?, ¿enloqueceré?”
El médico brujo lo miró fijo y escupió una sustancia negra en el suelo. Se soltó de su paciente, caminó para el fondo de su tienda y le dijo “Es una visión…el final está cerca” y desapareció transformándose en un halcón gris.
El paciente lloró. Agarró su carcaj de flechas como si fuese un mazo, y empezó a dar golpes en el suelo, como queriendo herir el mismísimo corazón de la madre tierra.
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