martes, 16 de septiembre de 2008

Federico García Lorca. Mariana Pineda. El Portal de Jericó.

 Como co-director en los talleres de Teatro, para el Estreno de Mariana Pineda, en diciembre del 2008; me he visto en la obligación por tercer año consecutivo (obligación que cumplo con sumo cariño y alegría) de aportar en escenas complementarias, no elementos faltantes, ya que las tres obras trabajadas hasta ahora han sido verdaderas joyas de literatura, sino elementos posibles y redundantes en nuevas escenas, que con energía y agotando aveces recursos estéticos que el autor tal vez desdeñaría, posibilitan el hacer un mejor uso y provecho del grupo humano. 
 He aquí una de dichas escenas. En el Bosque...

 Francisco Callano: Bien lo saben en los dos continentes, el Rey en su Palacio dibuja los mapas de nuestro destino, el muy hipócrita abusa de nuestros corazones. Y el pueblo no entiende, los nobles caballeros le sirven a expensas de migajas, es necesaria tanta fortuna en cuidar aquello, que vale menos que con lo que se cuida.

 

 Lorenzo: No te entiendo Francisco.

 

 Francisco: Es como invertir en la compra de un fusil para cuidar una oveja enferma, solo a una oveja enferma.

 

 Lorenzo: Eso es lo que yo llamo un buen pastor. Es que acaso debemos cuidar los fusiles con ovejas enfermas.

 

 Francisco: O eres idiota o un realista, o las dos cosas.

 

 Lorenzo: Y tu un verdadero hipócrita, que República nueva habrá el día que los de tu tipo deban abandonar sus corceles, sus palabras prestadas y sus huidas románticas, para empezar a trabajar la tierra, y conseguir el fruto para dar a los hijos. Quiero verte atravesar el frío y la bruma en la madrugada con una barca y que te quedes pescando. Quiero verte a ti derribando árboles para hacer las vigas de un techo, quiero verte sacando carbón con esas manos, pintando las barandas de…

 

 Francisco: Pues si tan poco me ves, que haces aquí conmigo y con Pedro. ¿Tú también no te ves en algo?

 

 Lorenzo: Al menos no soy de un pueblo lleno de traidores, verás. (violencia)

 

 Pedro: Paz. Silencio. Paz. Querido Lorenzo, tu bien lo sabes, nos han cortado en rodajas para que España no piense como una sola, por eso el dicho, divide y reinarás, ahí tienes a tu pueblo y el mío, y el de José, el de Federico María, el de Alberto Medallón, el de Domingo Aldao, el de Francisco y más… ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué hemos llegado aquí? La respuesta una sola, hay un algo más grande que nosotros, que nos inspira, una esperanza cercana, una urgencia inevitable… dentro de poco el Rey comerá esta tierra y se verá obligado a decir que es rica, beberá jugo puro de limones y pedirá sal para enjuagarse la boca, se abrigará con esas ramas y dirá que le quedan bonitas y que desconoce el frío, eso si…, si no muere antes, si tiene el coraje de verse reducido a siervo del pueblo unido.

 

 Lorenzo: Bravo, que a esa boca la inspiran cosas nuevas como el agua y el viento, lo único que ahora vienen del norte o del este y no de nuestras entrañas, las bonitadas que dices tienen de ciertas la historia, es verdad, pero en cuanto al Rey, como dicen en mi pueblo, cuenta con los huevos cuando la gallina…

 

 Pedro: Siempre el mismo, nos han separado, nos han cortado, primero “yo” y luego “tú”, y siempre el Rey por encima. Ah! Y luego mi pueblo, que siempre es el más adornado y cuna de los más grandes artistas, y luego mi montaña, o la costa del mar más bravío, pero ¿cuando Lorenzo oís hablar a toda España? ¿Si no es ahora cuando? Hemos quedado desnudos, no tenemos mordazas ni nada con que tapar nuestros ojos y boca, la libertad se mudó a España, la veis en cada esquina, en cada rincón, en cada joven, niño, hasta los viejos la reclaman como vecina, como no amarla en cada persona que desea y sueña. La Libertad Lorenzo todo lo da, sin pedir más, que seamos hijos de nuestro tiempo, seamos pues las parteras y ajuares del futuro, seamos los hijos de la Revolución, ¡los Hombres nuevos de España!

 

 Lorenzo: Paciencia Hombre! Que para que lo veamos falta secarse en la arena la sangre de mil toros que no han nacido aún. Demasiado bien hablas Pedro, morirás de la misma forma que matas.

 

 Pedro: ¿Qué quieres decir?

 

 Lorenzo: Desenvainas muchas palabras bonitas, rápidas y afiladas. Tienes el arte y el estoque. El golpe, la herida y hasta la entraña… morirás cayendo en el agujero que tu mismo has cavado, (ríe)no sin antes llenarlo de tus…

 

 Pedro: Oyes eso!

 

 Lorenzo: Debemos marcharnos!

 

 Francisco Callano: No puede ser lo que estoy viendo.

 

 Ana: Pancho…mi Pancho de Botas Largas.

 

 Francisco: Ana!

 

 Ana: Te escaparías de todo un regimiento de moros asesinos, pero no de tu Ana. Ven, salúdame como merezco. Pon la boca.

 

 Francisco: Ana, no entiendes, pensé que…

 

 Ana: Arróllame tontuelo, que si quieres compartirme, solo pido a cambio que seas tú el primero! 

 

 Francisco: Ana, no puedo, debo irme, soy fiel a… tú no me has visto…

 

 Lorenzo: Se hace tarde Francisco, debemos marcharnos.

 

 Ana: Francisco, Pancho, Pancho, no se trata así a una mujer. Antes que nada eso Pancho Francisco, sé caballero. No hace dos meses que reías en mi cama, y que me besabas con tus palabras de fuego, hasta hoy guardo tu olor en mis pañuelos. Construiste frente a mi una esperanza llena de sueños bonitos, sueños que te confesé como una tonta. Si tu mundo exige rechazos, enhorabuena Francisco, mira que se ellos, he rechazado todo, pero no soporto que me tratéis así, Pancho…Francisco… Tú quieres igualdad, en mi cama el cura recibe mi calor agradecido como el sargento, igual que el herrero, igual que el barbero, el criado, el campesino, yo soy igual para ellos, y para ti también Pancho, yo soy igual, yo soy igual, pero yo solo quería ser tuya. 

 

 Francisco: Lo siento Ana, España toda es mi mujer ahora.

 

 Ana: Un sueño más, un amor más… y me he cansado de esperar, que este tiempo no es el tiempo de las mujeres, y España… España es mujer!

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