En un Teatro… durante un ensayo…
De pronto se oyó golpear la puerta del teatro, lo que hizo estallar inmediatamente al director, ya que habitualmente repetía y repetía que no soportaba interrupciones y que “aunque la mismísima Reina de Inglaterra afuera estuviese, tendría que esperar al estreno para ver la obra”, tal fue el sobresalto al escuchar esos golpes en la puerta, que con los ojos desorbitados y haciendo furiosos ademanes, fue él mismo a abrirla.
Al hacerlo quedó sorprendido, su boca quedó abierta sin decir palabra, sus ojos volvieron a su lugar, y sus manos soltaron los libretos dejándolos caer al suelo…
Enseguida dijo “Adelante! Es su Casa”.
Al entrar en la sala algunos de los actores se arrodillaron, otros lloraron, otros como sintiéndose indignos de tal acontecimiento escondían su rostro con las manos, y no faltó quién por la alegría o por los nervios, emitiese hermosas carcajadas.
Era Él, el mismísimo Jesucristo en Persona, con la sonrisa más hermosa jamás vista iluminando su rostro.
“Disculpen” dijo, “sé que no les gusta las interrupciones, pero, es que pasaba por aquí y …”.
“Por favor ven” interrumpió el Director, “acércate al escenario, tráiganle una silla” ordenó a un utilero que así lo hizo.
“Continúa por favor” dijo el Director. Ya sentado Jesús continuó: “Como les decía, pasaba por aquí, ya que como saben son tiempos…” “¿Difíciles?” interrumpió un actor. “Bueno, sí, llámalos como quieras”, siguió Jesús “lo cierto es que cada vez tengo más y más trabajo, y pasando por la esquina de este hermoso Templo…” “Teatro” corrigió una vestuarista”. “Bueno, sí, llámalo como quieras” siguió Jesús “este hermoso Teatro y sabiendo que en él estaban ensayando… je je… por los carteles de no molestar” río mirando con picardía al Director, “se me ocurrió una idea, la que he venido a presentarles, sepan que no tienen ningún compromiso, y pueden abandonarla cuando quieran”.
“Cuéntanos” dijeron todos al unísono entre expectantes y emocionados.
“Bien” prosiguió Jesús “espero no se rían, es algo muy sencillo, como sabrán tengo mucho trabajo, del cual no solo no reniego, sino que agradezco al Padre todos los días por el. Y justamente, como me gusta tanto mi trabajo he sentido que compartirlo talvez sea un Don, el Don más preciado para mí…” Se hizo un profundo silencio en el escenario.
“Y entonces, ¿qué quieres que hagamos?” preguntó el protagonista.
“Simple” respondió Jesús, “represéntenme a mí, actúen a que son Yo en algunos casos”.
“Pero eso es herejía” dijo una actriz.
“Pero no sabemos hacer milagros” dijo un joven actor.
“Y además el vestuario tan brillante es imposible” dijo la modista.
“Recuerden” replicó el Cristo, “es sencillo, no les vendría a pedir algo que no pueden hacer, sólo les pido lo siguiente, por ejemplo: ¡tú!” y señaló a una actriz de reparto. “Tu hermano clama por mí todas las noches en busca de esperanza, te pido que se la lleves en Mi nombre”.
“¡Tú!” Señaló a un actor “debes acompañar a la escuela a tu hijo y mientras lo haces cuéntale historias, verás que la sonrisa de él se parece a la mía. Y ¡tú!”, señaló al actor principal” debes enérgicamente poner freno a las injustas réplicas que les hace a tus vecinos, el cobrador de la renta, que por un pequeño retraso pretende cobrarle un altísimo interés. Y tú!” señaló al Director. “Debes visitar a tu madre, que todos los días cariñosamente me llama, y darle un abrazo por mí. Y tú!” señaló a la actriz principal, “debes tiernamente mirar a tu esposo que esta pasando un mal momento en el trabajo, y darle todo tu amor y contención. Y tú” dijo señalando a la costurera, “tú debes crear un abrigo hermoso y ponértelo tú misma y calmar tu propio frío, ya que eso me pides todas las noches a mí… ¿se animan a ayudarme?”, preguntó el Cristo.
Todos se miraron entre sí con caras de asombro, hasta oír un “¡Sí! Cuenta conmigo.” del utilero, y así uno a uno, todos se fueron sumando.
Pasados unos minutos en los que siguió repartiendo su trabajo, Jesús finalmente dijo -”Es posible que de aquí a un tiempo no me vean más de esta forma, aunque les prometo siempre estar. Muchas veces, disculpen el atrevimiento, yo también juego a ser actor, y no será difícil que me vean vestido de anciano, de niña, de pobre, de ricachón, de señor feliz, de joven angustiado, de hermano enfermo, de compañero de trabajo, de Maestro, y muchas veces haciendo de ustedes, de Actor, de Director, de Modista, Utilero o Limpiador. El Cielo sin duda maneja unos maquillajes no conocidos aún en la Tierra; así que tomemos esta experiencia como un juego. Algunas veces ustedes harán de Mí, otras seré Yo quién haga de ustedes. Hagan reír en Mi Nombre, Yo amaré en Ustedes, Amen en Mi Nombre y Yo seré ustedes…Bien, ahora me tengo que retirar.”
“Ah!” exclamaron tristemente los actores.
“No se preocupen.” dijo Jesús, “El día del Estreno vendré, espero que sea pronto”.
“Así Sea” proclamaron al unísono todas las voces en escena.
“Así Sea y Así Será!” sentenció Jesús.
“¿Te reconoceremos? preguntó el utilero, a lo que el Cristo respondió “Será simple reconocerme, seré el primero que llore, el que más ría, el más indignado, el más cómplice, el más combativo, el más enérgico, el más dulce…vendré, de eso no tengas dudas.” Y saludándolos a todos y ya cerca de la puerta, Jesús se agachó y juntó los libretos sueltos por el Director a su llegada, y se los puso a éste en sus manos, diciéndole: “Continúen trabajando, Bonita Obra”.
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